Estaba un día escuchando una emisora de radio –la Cope, para más señas– y comenzaron un programa dedicado a tres niñas a las que se les había iniciado el proceso de Beatificación y Canonización. Yo ya conocía a una de ellas: Alexia, a que tenía y tengo por muy santa. La madre, Moncha, relató al final del programa, como anécdota muy representativa de cómo era su hija, algo que he encontrado en una de las biografías (cfr. M. A. Monge, Alexia) y refiero seguidamente. Fue por la época de su primera confesión y primera comunión. Un día, después de confesarse, hizo la niña una genuflexión delante del Sagrario sin prisas y con la conciencia de quien sabe que ahí está Jesucristo, tal como la madre le había enseñado. |